martes, 28 de septiembre de 2010

EL MENDIGO

Siempre lo veo sentado sobre la misma piedra. No sé si sabrá que ese pedazo de muro que tomó como suyo,  perteneció a la vieja Penitenciaría Nacional, aunque eso parece importarle poco,  porque siempre se lo ve  hablando a su  perrito despeinado que lo escucha como entendiendo todo lo que le dice y siendo éste último una víctima más de la indigencia, se diferencia de los otros perros del barrio,  porque no tiene collar ni correa y tampoco sufre del mal de  indiferencia y soledad crónica que padece su amo.

A quien no le ha pasado sentir el deseo y la necesidad de conocer las historias de la gente que vemos cotidianamente;  la señora con el bebito que toma el 60 a las 8 en punto, al joven con barba incipiente y con un guardapolvo en el brazo, a la adolescente con su mochila en la espalda y tantos otros  que durante todo el tiempo los podemos encontrar  a la misma hora, pero que por educación,  mejor es ignorarlas, por prudencia,  mejor es no mirarlas, por cultura,  es mejor  no verlas y por seguridad, es mejor no hablarles.

Hoy,  quise romper todas estas tontas reglas de urbanidad callejera y me paré frente a él y después de un largo silencio y mirándolo fijamente le pregunté ¿qué pasa hoy que en vez de hablar con el perrito esta escribiendo en esa libreta tan pequeñita?

Hay cosas que no puedo decirle al perrito y esas son las que escribo, me dijo y siguió diciendo:
en muchas oportunidades he querido hablarle a la gente que camina por acá,  pero pasan muy apuradas, nadie tiene tiempo de leer nada, todo el mundo está corriendo,  es por eso que hoy viéndolo a usted que me miraba insistentemente, pensé que podría darle algo y estirando el brazo me alcanzó esa libretita sucia y deshojada que acababa de escribir y mirándome con atención, como estudiando todos mis gestos y con sus ojos escondidos detrás de sus párpados un poco caídos,  me dijo:
tómela, hoy no necesito en absoluto recibir dinero ni comida, solo necesito contar mi historia y sabía que alguna vez iba a encontrar a alguien como usted, con tiempo y generosidad para leerla.
Lo del tiempo lo comprendo, pero lo de la generosidad ¿ me lo explica por favor? le dije al mendigo.
Hay que ser humilde, pero sobre todo generoso para interesarse en la vida de otros, volvió a decirme.
Agarró el perro y mientras se iba, me pregunto: ¿Y usted como se llama?
Nacho le dije, y se fue.
Ya no los vi  más en el parque, ni a él ni al perro. Siempre lo recordaré, porque no nunca creí que un mendigo me podría dar una lección tan grande a cambio de nada.
Santiago.
28 de setiembre del 2010





domingo, 19 de septiembre de 2010

TODOS PODEMOS SER HÉROES*

Cuento para niños de 8 a 100 años. (para ser dicho en clase y sosteniendo un objeto misterioso en la mano).


                 Recuerdo que,  cuando estaba en primer  grado, precisamente en el tiempo en el que me enseñaban a leer, igual que a ustedes,  había un maestro flaco y tan alto que parecía el obelisco. Era completamente pelado y usaba unos bigototes tan grandes que les tapaban los labios de la boca y casi siempre nos miraba de costado.
Él se ocupaba de ayudar a hacer los deberes a los alumnos que se atrasaban en clase. Siempre hay chicos que se distraen cuando la maestra les enseña, y yo… yo era uno de ellos…y claro…. a la salida de la clase, todos se iban a sus casas a jugar- menos nosotros- los más remolones, que nos mandaban a una salita en cuya puerta abierta de par en par,  nos esperaba Anastasio,  que con la mirada,  nos iba siguiendo uno a uno hasta que nos sentábamos sin hacer el menor ruido.
A mi, esto particularmente no me molestaba mucho, porque sabía, que después de hacer los deberes con Anastasio, que dicho sea de paso, con el tiempo supe que no era tan malo como parecía, nos relataba un cuento, y eso,  a mi  y a todos mis compañeritos era lo que más nos gustaba.
Si había  algo que a todos nosotros nos llamaba mucho la atención, era que, Anastasio mientras decía el cuento, siempre tenía algo entre sus manos.
Parecían juguetes… pero no los eran, eran aparatos estrafalarios que no entendíamos bien para que pudieran servir. A mí siempre me intrigaron las cosas misteriosas y muchas veces me perdía el cuento mirando esos objetos que parecían mágicos,  porque algunos se movían solos o se comportaban de una manera muy extraña.
Con el tiempo, supe que esas cosas las usaban los inventores. Eran péndulos, esferas, palancas,  pilas eléctricas, lamparitas, imanes y un montón de objetos que él quería mucho, porque decía que las personas que comprendieran su funcionamiento,  podrían hacer un cohete para ir a la luna y muchas cosas más importantes todavía.
Yo que era muy curioso, muchas veces quise preguntarle para qué eran esas cosas, pero no me atrevía, porque este señor tenía fama de ser muy irritable  y entre los chicos ya sabíamos que no había que hacerlo enojar.
De todas maneras, un buen día,  no pude resistir más  a la tentación y antes que comenzara con un nuevo cuento, le pedí si me mostraba “eso” que él había traído y que como siempre, lo tenía entre sus manos.
Ahhh… no! … de ninguna manera, me dijo. Ahora no te lo puedo mostrar. Acá está el secreto que tienen los héroes de verdad y del cual ellos nunca hablan, me dijo… mientras golpeaba esa cosa con su dedo índice.
Yo lo miré sorprendido y callado,   ya que en ese momento, lo único que me importaba era saber cual  era ese secreto.
Después de un corto silencio y con una voz un poco más amigable,  me dijo: yo te lo puedo dar… pero antes debes decidir si quieres ser un héroe, porque esto es una herramienta imprescindible para todos los héroes y heroínas.
 Si en este momento te lo diera, no lo sabrías apreciar, no sabrías para que sirve ni como se usa. Más aún;  dirías que es un objeto estúpido y aburrido.
Anastasio volvió a clavarme la mirada, y en aquel entonces siguió diciéndome: ¿tú quieres ser un héroe?   yo…si quiero…, le dije con voz de miedo  y sin ánimo de contradecirlo en lo mas mínimo.
Anastasio levantó la mirada y se dirigió a los chicos y les pregunto lo mismo que yo voy hacer ahora con todos ustedes. ¿Alguien de aquí conoce algún héroe, superhéroe o alguna heroína?
Batman, dijo Diego; Superman dijo Sergio;  El Hombre Araña, dijo Sandra; todos ellos son mis héroes,  dijo Cristian.
Mmmmm… voy a repetir las mismas preguntas que nos hizo el señor Anastasio ese  día:…
A ver… ¿Quién los cura a ustedes cuando están enfermos?
El doctor, dijeron todos al mismo tiempo.
Vieron; ni el Hombre Araña, ni Batman, ni ninguno de estos héroes vienen a sus casas a curarlos.
Ustedes nunca llegaran a crecer de verdad, si no supieran leer y escribir. ¿Quién les enseña a leer y escribir?
La maestra, gritaron todos a coro ¡¡
Otra vez.., ni Batman, ni Superman ni los Power Rangers enseñan a leer y escribir a los niños. Estos superhéroes de la tele  tampoco se ocupan de los niños más pobres del mundo.
Los héroes que ustedes conocen,  se inventaron para que los chicos se diviertan y si bien eso es muy lindo, es bueno que vayan comprendiendo que existen héroes de verdad,  que no son precisamente éstos que se ven únicamente en la pantalla.
Los verdaderos héroes de verdad son de carne y hueso como todos ustedes.
Y yo, hoy quiero hablarles de los héroes de verdad, tal como lo hizo Anastasio ese día.
¿Saben ustedes quien descubrió la vacuna?
 Esa  que se  aplica en el brazo, en la pierna o las gotitas que ustedes  toman por boca y que sirve para defenderse de las  enfermedades?
Se llamaba Luis Pasteur y aquí pueden ver su fotografía (la muestra). Este señor con su  trabajo,  salvó y seguirá salvando a millones y millones de niños de horribles enfermedades.
Este señor fue un héroe de verdad.
¿Conocen ustedes a esta persona?
Es la Madre Teresa de Calcuta (muestra su fotografía). Con su trabajo y abnegación  salvó  a miles  de niños muy pobres de todas las razas y religiones. Esta señora fue una heroína de verdad.
Por suerte, hay muchos héroes y heroínas de verdad, que nos dieron la libertad, o descubrieron remedios fantásticos para curar las enfermedades o que trabajaron mucho y durante todas sus vidas  para que los niños y toda la gente del mundo vivieran mejor, héroes o heroínas que simplemente pensaron en el bien de los demás.

Bien, ahora que sabemos que existen héroes de verdad, ustedes pueden decidir si algún día,  también quieren serlo, porque “todos podemos ser héroes” sin importar la edad.
Eso sí; nunca podrán ser héroes  o heroínas si no tienen en cuenta este pequeño aparatito que tengo entre mis manos; el mismo que tenía Anastasio ese día….

Después de este cuento, les voy a entregar uno a quien me lo pida y se lo guardarán para toda la vida,  porque este aparatito siempre les va hablar con la verdad y les va a decir que tienen que hacer, o mejor aún, que es lo que no tienen que hacer, para convertirse en héroes, heroínas o lo que es casi lo mismo, en muy buenas personas.
Hoy, después de tanto tiempo y recordando con cariño a Anastasio, siempre llevo uno conmigo y cuando  necesito consultarlo,  no dudo en recurrir a él:
es mi espejo

Cantautor: Santiago V. Da Ré
Canada School, aula 1er. grado
17 de octubre del 2008

*Dedicado a una amada e inolvidable maestra de primer grado

lunes, 13 de septiembre de 2010

HISTORIAS DE LA INTERNET

Nacho es un hombre maduro y aunque esta bien acompañado porque tiene dos hermosas hijas, cinco nietos y algunas amistades, se siente un poco solo. Marina era su mujer, hasta que ésta falleció hace algún tiempo. Su rutina, a veces se torna monótona y aburrida; el gimnasio, las compras, los quehaceres de la casa, los clientes, los cursos y las largas caminatas por Santa Fe, terminan por cansarlo y cuando eso sucede, busca reparo en su sillón escuchando música, whisky en mano.

Vez pasada, leyendo un libro en El Ateneo, se encontró con un amigo de la facultad y éste, hablando de cosas de la vida, le dijo que ya se había jubilado. Marco, al cual se lo veía alto, elegante y juvenil, le comunicó que el secreto de su bienestar residía en su computadora, mas precisamente en la Internet, ya que gracias a ella, todas las semanas tenía una entrevista y siempre con una señora distinta, debido a que frecuentaba un sitio de encuentros sociales "on line" realmente maravilloso. Marcos, siempre muy entusiasta, con el ánimo de favorecerlo, le recomienda aprovecharse de estas tecnologías, que como siempre, están pensadas para los consumidores más jóvenes, pero que también es aplicable a personas mayores con éxito total. Nacho aún no sabe como lo hizo, pero animado por su amigo, se suscribió y se lanzó a la gran búsqueda.

Traicionado por su conducta matemática, empezó a estudiar cientos y cientos de perfiles femeninos y con la habilidad de un sociólogo estadístico, al final eligió la candidata que mejor se ajustaba a sus preferencias.
Bastó un simple mensaje para que lanzadera empezara a tejer la puntada inicial del intrincado tejido del “amor virtual”.
Si bien se escribían bajo un seudónimo que ocultaban sus identidades, ambos comenzaron una relación más que afectuosa, al punto tal, que ya no podían pasar un solo día sin comunicarse, sin decirse las cosas más bellas.
Al final de tantas palabras, en la piel de ambos se sentía la imperiosa necesidad de un encuentro personal y es entonces cuando Nacho desesperado se atreve a escribir:
“Cris32, te quiero ver, ya no puedo vivir mas sin ti, Nacho”.
Esa fue la última carta que escribió Nacho, porque la que recibió decía:
“Nacho, quiero que lo entiendas, lo nuestro ya no es posible, Marina.”
Autor: Santiago, 17 de mayo del 2010

El mismo cuento escrito en italiano en: http://permanoconsantiago.blospot.com

viernes, 10 de septiembre de 2010

SINIESTROS EN LOCALES PUBLICOS, UNA PROPUESTA

La memoria es muy lábil, sobre todo cuando uno no tiene ningún ser querido en la nómina de heridos o fallecidos en lugares públicos de nuestro país, pero si nos ponemos a pensar un poco, la lista sería interminable. Una vez sucedido los hechos, el error es sistemático y permanente: buscar a los responsables.
Entonces, como en el juego de postas, la responsabilidad es pasada de mano en mano, desde el propietario del local a el locatario, a el municipio y toda la lista de habilitaciones previas que solicita, al arquitecto o ingeniero que diseñó la obra , al subcontratista que la realizó, a la empresa de seguridad a cargo del servicio, a la habilitación previa de bomberos, al titular de la habilitación del local, a los músicos o la empresa de catering que estaba haciendo el servicio, al público que asistía a ese evento, a los colados de turno etc., etc.
Como puede verse, hay mucho campo para el gatopardismo y al mismo tiempo se pueden repartir culpas entre muchos posibles responsables para que siempre todo quede en la nada, mientras tanto la gente sigue muriendo.
La propuesta se basa en dos medidas simples:

Primera: todo local tiene que contar con una garantía real en dinero, valores o un seguro de caución específico para este cometido, cubriendo mas que holgadamente y con exceso los daños que se pudieran producir a terceros.
En esta idea voy a llamar a la persona real o jurídica y pagador de la garantía , como “Responsable pagador”

Segunda: La ley con claridad absoluta, debe habilitar al juez, para que en forma inmediata a los hechos y de oficio, es decir sin trámite alguno, transfiera los bienes en garantía a nombre de las víctimas.

Para que se entienda: las víctimas del pub de Palermo que en el día hoy (10/09/2010) estuvieron heridos o muertos ya contarían a su favor con el monto de resarcimiento que hubiera fijado la ley al momento de su habilitación.
Estas dos medidas están basadas en la filosofía que

nadie va a cuidar con tanto celo la seguridad, como aquel que inevitablemente va a pagar los daños

 y además se evitaría las querellas promovidas por parte de las víctimas a segundos, terceros o cuartos responsables como pueden ser entre otros el municipio, los bomberos, a la compañía de seguridad, al custodio de turno, etc., etc., que además de padecer el dolor, tienen que entrar en juicios interminables y de esta manera, dejaría en manos del “Responsable Pagador” los juicios a todos los que a su criterio crea son causantes del siniestro, pero sin lugar a dudas, repito, esto sería una carga que ya no tendrían que hacer las víctimas sino el victimario por antonomasia.
Es obvio que la idea de este proyecto no es más que eso, una idea base, en donde todos los detalles jurídicos deben estar en manos de especialistas y legisladores, pero estoy convencido que su implementación haría subir exponencialmente la calidad de la seguridad de los locales públicos.

Claro está, el estado siempre estará fijando normas de mínima y supervisando la seguridad de los ciudadanos, pero teniendo responsables forzosos en esta tarea, todo puede hacerse más eficientemente y lo que no es poco, con mucho menos víctimas.

Para mas artículos visite: http://delamanoconsantiago.blogspot.com

TIEMPO Y AFECTOS

Nacho, durante la mayor parte de su vida fue un permanente estudioso y era de aquellos que quería llevar a la práctica todo lo que aprendía, porque todo lo quería hacer con sus propias manos, todo lo quería experimentar por si mismo. Villa, un amigo que tenemos en común, decía que Nacho era un maniático, porque si quería escribir una carta, seguramente antes, hubiera fabricando el lápiz y el papel.


En una de esas charlas íntimas que habitualmente suelo mantener con él, me manifestó que la vida no es tan corta como parece, si el protagonista se toma el tiempo para contemplar el inventario de todo lo que fue acumulando en la vida y según su propia visión de la realidad, ese acopio de cosas no hace mas que esconder dos conceptos aparentemente disímiles, pero equivalentes entre sí, tal como lo son en física masa y energía, aunque en este caso la equivalencia que él establece es entre dos dimensiones abstractas llamadas “tiempo” y “afectos” , dos palabras, las cuales Nacho las usa como sinónimos.


También decía que si uno quiere saber el camino que ha recorrido una persona, un método es “echar una ojeada” a su biblioteca o mejor aún, sus trabajos, porque como observador contempló gente que leyó mucho e hizo poco y otros que no hicieron nada, aunque leyeron mucho, pero sin disimulo, siempre se manifestó ser admirador de los que hicieron algo, sobretodo si fué original o creativo.


En otras oportunidades y siempre refiriéndose a la biblioteca, me supo decir que es uno de esos lugares en que uno concentra la mayor parte de sus afectos y que todos ellos juntos, son los que testimonian la historia de cualquier persona y tal como lo aconsejan los mejores biógrafos, no se deben tomar en cuanta los títulos impresos en los lomos de los libros ni el tipo de encuadernación, sino el interior de ellos y explorar las hojas mamarrachadas con notas al margen, esas que se ponían aclarando el texto “para la próxima vez” o que sin poca arrogancia del lector “marcaba un error del autor”, hojas cuyo papel suele cambiar de color, posiblemente “oxidadas” por la acción de los ojos de su propietario que se posaron millones de veces analizando renglones que daban esperanza de progreso, ansiedad de saber, emoción de lograr algo con lo que se había estudiado y porque no, buscando el placer de la fantasía o la nostalgia de las lágrimas. Ahora, voy a interrumpir estas reflexiones, porque siento el timbre y hay alguien que me dice por el intercomunicador:
Señor Nacho Sartori ? , Soy el secretario Cazzoli, de la Escuela Técnica, venimos a buscar los libros y todas las cosas que Ud. donó.

Santiago V. Da Ré, 17 julio de 2010

lunes, 6 de septiembre de 2010

CARTELES EN LA VIA PÚBLICA

Yo me complazco en que haya gente ocupada del espacio público para preservar y evitar el mal uso o el abuso de este medio por parte de cierto sector de la comunidad y sin abundar en comentarios, destaco como recientemente funcionarios, legisladores y hasta también la justicia ordenaron poner fuera de funcionamiento un cartel de última tecnología con diodos luminiscentes frente al mismísimo obelisco, aunque como voy a explicar mas adelante, desconcertado, porque dentro de los custodios del espacio publico, aún no hubo nadie que se hayan ocupado de otros carteles muy comunes, aunque no menos molestos y peligrosos a los cuales me referiré mas adelante.


Sin adentrarme en el intrincado uso y abuso del espacio público, quiero referirme en esta oportunidad a carteles que obstruyen de manera escandalosa el espacio público, en particular a las veredas, que como bien todos sabemos, es el lugar por donde caminan los discapacitados, los ancianos, los niños, y obviamente gente normal que desea el uso pleno de la comodidad y la seguridad que brinda la vereda.


Pues bien, en una gran cantidad de calles, sobre todo donde hay una sucesión de paradas de colectivos, los ciudadanos podemos disfrutar de refugios para pasajeros que contienen publicidad y que en los días de mucho sol o lluvia son reparadores para el que espera el transporte público. A estos últimos no voy a referirme porque a mi entender podrían ser aceptables, aunque desconozco y tampoco es el eje de este texto,  pronunciarme sobre el rédito pecuniario que beneficia a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la concesión de estos espacios.


En cambio, voy a referirme en particular al cartel y a toda su estructura metálica que estan emplazados junto a cada uno de los mencionados refugios y que están puestos con el plano del afiche publicitario en forma ortogonal al eje de circulación de la vereda, es decir, esos que están perpendiculares o cruzados “tapando” la vereda y que para no llevarnos uno o varios de ellos por delante debemos estar muy atentos a pesar que para la gente de visión normal son muy visibles, porque su objeto es precisamente la notoriedad.


Estos carteles no solo estrangulan con total desparpajo el flujo peatonal, sino que entre otras molestias, no permite ver el acercamiento del colectivo que se esta esperando, salvo que a su riesgo, el pasajero baje a la calle, dado que esta sucesión de carteles funcionan como verdaderas cortinas publicitarias impidiendo ver el horizonte y toda la perspectiva de la vereda y la calle. Otro de los problemas de estos carteles es la seguridad.; es imposible ver y menos identificar el perfil de quien se oculta detrás de algunos de estos inadecuados carteles, sobre todo en la soledad de la madrugada o la noche, los que los hace merecer el mote “cartel oculta delincuente”.


No porque estos carteles publicitarios hayan sido instalados desde hace mucho tiempo deben ser considerados aparatos inocentes y reitero, si bien en la presente no me interno en el interés comercial o económico que ellos representan, tampoco por tenerlos frente a nuestras caras deberían pasar inadvertidos. Estos carteles violan a todas luces, cualquier norma de arquitectura urbanística y su aceptación por parte del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires los pone en astronómica ventaja jurídica y comercial frente a otros carteles publicitarios, algunos de tamaño insignificante, como el saliente que puede tener un quiosco y que el código con justa razón los prohíbe terminantemente.


Espero que estos argumentos sean escuchados y revisadas las oportunísimas autorizaciones que seguramente tienen esos carteles, que abusan de la paciencia y el sentido común de los ciudadanos y cuyo uso, con certeza, esta excluido de cualquier texto de arquitectura y urbanismo.

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