domingo, 25 de noviembre de 2012

AVENTURA EN EL COSMOS



 1.-
                                Un escalofrío invadió mi cuerpo y a pesar que no sabía donde me encontraba, intuía que había llegado a otro mundo, a una galaxia lejana.
Recuerdo que en ese momento me sentía distinto, totalmente confuso y mientras rompía en llanto, una mano tomó la mía y apretándomela contra su pecho me dijo: hijo mío, no sientas temor, yo estoy aquí para guiarte y señalarte el camino.
Estaba totalmente desorientado y no sospechaba que deambulaba en un escenario cósmico muy regulado y totalmente diferente del cual provenía.
Después de un tiempo, me di cuenta, que aquellos que visitan este enorme cuerpo localizado en el Brazo de Orión, en la mismísima Vía Láctea, no tienen opción de negociar nada con nadie.
Todo está dictatorialmente escrito por aquellos conquistadores ancestrales, quizá, los mismos que lo hubieron construido; en él, las reglas se toman, pero no pueden ignorarse, so pena de ser reprimido severamente, porque, en este mundo, no existe la piedad.
2.-
A decir verdad, poco es lo que podía pensar y mucho menos razonar, porque en ese momento lo primordial era sobrevivir, pero otros temas me distraerían de ese objetivo cuando comencé a tener síntomas extraños e inexplicables, y tal como estaba establecido y a pesar de haber estado solamente un instante como residente, debí soportar una de las más inexorables penurias a lo cual están sometidos todos los seres vivientes: el síndrome de la necesidad.
Este síndrome, lo comencé a conocer durante mi recepción, cuando me obligaron a aspirar mi primera bocanada de oxígeno; es cuando, sin duda comprendí, que a partir de ese momento, estaba esclavizado para siempre de esa necesidad y de tantas otras que llegarían inmediatamente después.
Las necesidades, están tan arraigadas en la naturaleza de estos individuos, que no solo deben cumplir con aquellas elementales que impone su propia existencia, sino que, ellos de una manera adictiva, van creando ingentes cantidades de nuevos modos de carencias, ahogándose en un verdadero delirio de consumo.
Naturalmente, no faltaron pensadores que buscando una explicación a esta conducta, atribuyeron esta pena innata a la herencia dejada por el primer par de habitantes de este suelo, al parecer, debido a un comportamiento pecaminoso entre ellos.
Dejando de lado interpretaciones místicas, nadie puede dejar de utilizar este enorme inventario de cosas y tal como lo verificara en el transcurso del tiempo, el síndrome de la necesidad tiene características ambivalentes, porque, no solo es el motor de la evolución de todos sus habitantes, sino que también, participa de su autodestrucción.
A pesar de la rigidez de los reglamentos, me esperaban con grandes festejos, como si yo fuese un príncipe, un esperado príncipe para aquellos extraños seres que lo habitan.
Tanto insistían con los homenajes y regalos, que me convencieron que verdaderamente era un ser extraordinario, pero a través del tiempo vi, como estos agasajos fueron decayendo hasta ser ignorado por completo.
Dado que hasta ese momento yo no conocía el comportamiento social de recibir a los recién llegados de esta manera, con frustración he debido aceptar la indiferencia de todos, excepto, pocos individuos, que no se porqué, continuaban mirándome como un verdadero príncipe.
3.-
A partir del primer instante de mi llegada, me sentí envuelto en un medio liviano y descubrí que podía mover mis extremidades con facilidad, por lo cual me atreví a recorrer ese terreno desconocido, donde una fuerza inexplicable me apretaba contra la superficie del suelo.
Eso me angustiaba mucho, pero después que me adapté a esa realidad, la justifiqué, pensando que ese mecanismo, lo habrían hecho deliberadamente con el objeto de impedir que sus habitantes, haciendo un salto accidental, por pequeño que éste fuese, se lanzasen involuntariamente al espacio interestelar.
Mas aún, estas reflexiones llegaron al punto de sentirme estupefacto, cuando también comprendí, que por esta misteriosa fuerza, todos los átomos de mi cuerpo estaban predestinados a permanecer eternamente en esta enorme masa estelar.
4.-
Un buen día, me llevaron a una habitación donde se podían ver las paredes decoradas con dibujos de flores, mariposas y cervatillos sobre un fondo azul, razón por lo cual, a ese lugar lo llamaban “la salita azul”.
Ese primer día fue muy traumático, porque creía que me abandonaban y jamás podría ver a mi hada buena, sin embargo, me reconforté cuando observé que no estaba solo en ese lugar, ya que había muchas criaturas como yo.
Esta situación me llevó a un nuevo aprendizaje y a una gran revelación; estar en comunidad es realmente reconfortante, pero, después de haber creído que era el único príncipe que existiera, me sentí confundido viendo a otros en igualdad, por lo cual, me resistía a aceptar la idea de que yo era uno más, pero, a pesar de este conflicto, por primera vez, descubría lo maravilloso que es tener amigos.
Volviendo al primer día, nunca olvidaré cuando me vinieron a buscar; no se cansaban de iluminarme con destellos que salían de un pequeño aparatito que acercaban a sus ojos.
El tiempo pasaba y finalmente también este período terminó. Ya me lo habían anticipado; había en el futuro otro reto que cumplir y esto volvía a inquietarme.
Entonces, con ingenuidad me pregunté: ¿Y después de esto, que me pasará?
No imaginaba que esta pregunta me la haría toda la vida.
En esa época, ya había crecido lo suficiente y me imaginaba como un adulto, cuando en realidad era un pequeño entre esos jóvenes que a mi me parecían gente muy madura.
Recuerdo con detalles el día de ingreso a esta nueva obligación, porque me pusieron un delantal blanco y se despidieron de mí con mucha emoción.
Instintivamente me dirigí a un sendero, que al parecer estaba previsto para huéspedes como yo, donde se podía ver un pequeño cartel con una flecha y la imagen de una señora hablando a plena voz con una escuadra en una mano y un lápiz en la otra.
5.-
Al instante comprendí que ese sendero podría llevarme a un lugar donde se enseñan todos los símbolos que me permitirían aprender el código con el cual se entienden estos seres entre sí.
Llegando a un enorme patio, vi muchos chicos como yo y algunos adultos que los cuidaban; rápidamente me di cuenta que me miraban con curiosidad, pero lo más llamativo fue ver que todos, igual que yo, usaban guardapolvos blancos.
No era la primera vez que había visto seres con esta indumentaria, porque era precisamente la ropa de las criaturas que me habían recibido al llegar y hasta este momento imaginaba equivocadamente que esos vestidos eran los uniformes que llevaban los diplomáticos.
Admito que no fue para nada fácil entender a estos individuos, pero al poco tempo me sentí maravillado al ver aparatos con forma de ventana mostrando imágenes luminosas con sonido e información sobre cualquier tema del conocimiento existente en este cuerpo celeste.
6.-
Después me dirigieron a otro lugar, donde me decían que iría a estudiar otra vez lo mismo que antes, pero con mucha más profundidad.
Con ingenuidad me pregunté: ¿por qué se debe saber tanto para estar en este planeta?
Comenzaba de esta manera, un período muy difícil para mí.
La angustia del estudio compulsivo, las decenas de materias diferentes, una profesora detrás de la otra, los exámenes, todo esto me enloquecía y no me daba tiempo para escuchar rock and roll…
Recuerdo a una profesora de matemática que nos había dado el enunciado del teorema de Thales y que nos dijo: ¡a todos aquellos que lo resuelvan en esta hora de clase les pongo un 10 en la nota!
No se porqué, esto de demostrar la veracidad de cosas que parecen evidentes siempre me fascinaron y a pesar de haberme concentrado, ese día tuve tan solo la frustración del fracaso en la resolución de ese teorema.
Como consecuencia de esta experiencia, me sentí un negado en matemática, hasta que me enteré que los sabios necesitaron muchos siglos para resolverlo.
Fue cuando por primera vez, entendí que en el futuro, debía proteger mi vocación de ciertos docentes que podrían apagarla.
Hacer un barrilete y volarlo era para mí la más linda diversión y en este juego me convertí en un verdadero campeón; me pregunté porqué podían volar y de esa manera comenzaba a enamorarme de la física.
Volar es una cosa maravillosa, y no sabía que yo mismo lo haría en el último tramo de mi vida, cuando escribiera algunos cuentos.
7.-
Después de este ciclo, me convencieron que podría integrarme a su comunidad, pero para ello debería dominar alguna de las ciencias o artes que se practican en esta galaxia.
Fue en esta permanencia, donde comencé a tomar contacto con otros huéspedes, porque era costumbre en este enorme satélite estelar integrarlos en grupos de similar vocación profesional.
Precisamente en este periodo, tuve una de las experiencias más emocionantes, porque en este lugar tuve un encuentro con otro ser, que como yo, exploraba este planeta.
Estaba al lado mío, sentada en la bellísima grada de un recinto llamado “Aula Magna”, donde mirando al frente se veía dos enormes tableros verdes, uno arriba, cerca del cielorraso y el otro inmediatamente debajo del primero, los cuales, podían intercambiar sus posiciones por medio de un dispositivo mecánico.
Tal como lo vería después, estos dos enormes paneles, eran usados por los catedráticos para escribir todo aquello que van explicando, utilizando para ello una pequeña piedra blanca y un fieltro pegado a un pedazo de madera para borrar y hacer lugar para tantas fórmulas...
Mirando hacía la derecha, se distinguía un podio de roble esculpido con figuras alegóricas. Más adelante, también, había un enorme estrado con tres sillas tapizadas en cuero que contribuían a dar a este lugar una atmósfera de majestuosidad y respeto.
Inmediatamente llegó el Gran Maestro vistiendo una toga negra y sin trámite alguno tomó su puesto en el podio, mientras que con su mirada recorría todo el auditorio.
Se hizo un gran silencio mientras se esperaban las primeras palabras del anciano…
Comenzó diciendo:
Sin excepción y por esta única vez hablaré de Dios, porque acá, les enseñaremos a ser científicos y en consecuencia ustedes aprenderán como suceden las cosas.
Aquellos que quieran saber porqué suceden las cosas, están sentados en el lugar equivocado y por lo tanto los invito a abandonar sus asientos y dirigirse al Seminario Universal de Metafísica.
Ninguno se movió de sus puestos y después de un breve silencio el maestro continuó:
Deberán saber que Dios es la propia síntesis de la existencia, es el ente  omnipotente que esta en todas partes, no solo en este planeta, sino en todo el universo y todo el espacio interestelar esta absolutamente regido por Él.
Por el momento, decía mientras escribía en ese enorme tablero, nosotros le asignaremos un símbolo para identificarlo en las fórmulas matemáticas que vamos a desarrollar, pero, a partir de ahora, lo llamarán con reverencia por su nombre propio: esto es, El Tiempo (T) y siempre cuando nos refiramos a ÉL, debemos inclinarnos en señal de sumisión.
8.-
Terminada esta inolvidable lección y sin saberlo, estábamos saliendo yo y mi compañera de banco tomados de la mano. Esta fue la primera vez que tuve la sensación que mi cuerpo se quemaba y algo dentro de mi pecho se movía frenéticamente; comenzaba así, una relación que duraría casi cincuenta de los calendarios usados en este rincón del universo.
Las clases continuaron definiendo otros conceptos muy profundos y si bien estas definiciones surgen de bases científicas, los filósofos estuvieron muy interesados en éstas, llamándolas El Misterio de la Suprema Trilogía: Tiempo, Materia y Energía.
El Gran Maestro explicó con fórmulas matemáticas y ejemplos prácticos, que podría haber ausencia de materia o energía, pero nunca ausencia de El Tiempo, es decir, de Dios.
Después de muchos años que los científicos descubrieran que materia y energía son expresiones físicas que encierran el mismo concepto, ellos han logrado transformar la materia en energía, pero, todavía están luchando para hacerlo al revés, es decir, repetir el origen de toda la existencia material.
En uno de estos cursos, me espantó escuchar que en un par de ocasiones de su historia, esta transformación de materia en energía, pulverizó a millones de personas de este planeta.
9.-
La relación con mi compañera de banco tuvo maravillosas consecuencias, porque habíamos descubierto que éramos capaces de amar y procrear.
Estas propiedades, que para mi eran nuevas y desconocidas, no sabía que estaban escondidas en el interior de la programación a la que están sometidos todos los seres que pisan esta enorme esfera y que seguramente he debido aceptar durante el procedimiento de admisión.
Tratando de explicar estas cosas, llegué a la conclusión, que todas las especies autónomas que habitan en este suelo, nacen con el único objetivo de trasmitir su ingeniería a sus descendientes, como si este código conocido en esta parte de la galaxia como ADN fuese el actor más relevante del sistema, siendo poco importante su portador.
Este código, al parecer, es el único ente que perdura, en contraposición a quien lo lleva, que es de vida efímera, aunque, se sabe perfectamente que este diseño escrito en lenguaje de programación bioquímico, cambia lentamente con las actualizaciones que impone El Tiempo.
10.-
Toda esta historia, conduce a que, para la Administración Social, cualquier ser, en el contexto colectivo, tiene una importancia menor y el que quiere seguir viviendo debe pagar una contribución, haya o no transmitido la información contenida en ese bendito ácido desoxirribonucleico (ADN).
Este aporte obligatorio, se puede realizar en varios campos; el mar, la selva, el desierto, los hielos eternos, la estepa, la urbe o en alguna estación espacial.
Cada uno elige el escenario donde cumplir con esta obligación pública y yo, quizás porque provenía de un medio acuoso, elegí el mar, de modo que, casi sin saberlo me alejé de la costa hacía un horizonte que nunca pude alcanzar.
La nave donde cada uno se embarca no es un don, es necesaria construirla al mismo tiempo que se navega y en estas condiciones la travesía no es cosa fácil.
Entre remada y remada, es necesario ensamblar uno a uno los pedazos de una barca que lentamente se va agrandando, hasta que llega el día en que la Administración Social nos ordena amarrar en el puerto de origen.
Después de recorrer un par de mares, una repentina oscuridad acompañada de vientos huracanados, me hizo sentir temor de naufragio.
Las olas hacían un ruido ensordecedor al chocar contra el casco y el agua inundaba toda la nave.
Mis tripulantes, que no eran otros que mi compañera de banco y la prole, se agarraban fuertemente del palo mayor para no caerse al mar.
Finalmente, la tormenta cesó y la calma retornó a la barca. Esta fue la peor tempestad que hemos tenido, simplemente porque fue la primera.
Después de este gran susto, hemos soportado muchos reveses, pero El Tiempo nos ayudaría a afrontarlos y saber como sobrevivir a las adversidades.
Después de una larga navegación y luchar muchas veces contra el enfurecido clima y las feroces criaturas del mar y tal como había dicho, llega el momento donde la Administración Social nos obliga a echar anclas en el puerto donde habíamos partido por primera vez.
A menudo esto sucede cuando la nave comienza a hacerse demasiado grande y nosotros dos, nos fuimos a descansar a un lugar más tranquilo, en un suelo más firme y seguro.
Dije nosotros dos, porque la prole, nos dejó para repetir el proceso de la procreación, en el mismo modo que lo hacen todos los seres de este cuerpo celeste.
Para nosotros, comenzó la etapa de mayor tranquilidad, sin las preocupaciones de la contribución pública y la competitividad.
Eran tiempos de serenidad y me sentía como un príncipe, igual como si yo fuese un recién llegado, pero ahora, con más sabiduría.
Pero, aquí hay cosas que no se hablan o se hablan poco, porque todo el mundo huye a los grandes cambios; es el momento en el cual El Tiempo cancela permisos de permanencia y obliga a los huéspedes retornar a su lugar de origen.
11.-
En realidad, esto lo pude comprobar por mi mismo, cuando El Tiempo, duramente, empujó fuera del planeta a mi compañera de ruta.
La soledad es cosa más profunda que estar solo y en este punto de mi existencia, perdía aquello que más quería y como pasa siempre, en el momento que más la necesitaba.
Para mi, había llegado la ocasión de las grandes reflexiones, porque en este enorme satélite, todos aquellos que han cumplido con el ciclo competitivo, ahora entran en la recesión productiva; es el período de la espiritualidad, de las artes, de la meditación, la amistad y todo aquello que se puede hacer cuando no existe la obligación de producir y demostrar las habilidades adquiridas.
Cierto día, en una de las largas caminatas por las calles de mi ciudad, recorriendo sus senderos plenos de árboles en flor, sentí que un escalofrío se instalaba en mi cuerpo.
Ese escalofrío ya lo conocía, porque ya lo había sentido cuando entré en este mundo y nuevamente vuelvo a sentirlo, pero con una gran diferencia; ahora veía que el síndrome de la necesidad se iba, sintiéndome libre de esa atroz carga.
Con serenidad, me di cuenta que estaba otra vez de viaje, en viaje a mi lugar de origen.
12.-
Repentinamente, una neblina me envolvió totalmente y mientras poco a poco ésta se disipaba, comencé a ver rostros, rostros de gente conocida que me miraban atónitos, pero había una que abriéndose paso entre la muchedumbre se acerca y me dice:
¿Hijo mío, tu aquí? - ¿donde has estado? --
--Yo abrazándola le dije; -- ¡Madre!- ¡Estuve en un planeta del sistema solar, viviendo una gran aventura, la aventura de la vida!

Dedicado a dos mujeres.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

DONDE SE GUARDAN LAS MARIPOSAS


                     Buenos Aires tiene esquinas muy particulares;  Cnel. Díaz y Santa Fé es una de ellas.
Estaba sentado en uno de sus bares, junto a la ventana, cuando de pronto veo que pasa Marco, mi amigo de toda la vida.
Hacía mucho tiempo que no lo veía y ya no nos hablábamos como  lo solíamos hacer;  no sé porque, estábamos distanciados.  El café se derramó sobre la mesa cuando intentaba golpear el vidrio para llamarle la atención, mientras  a mí alrededor y detrás de los periódicos,  asomaban los anteojos de los clientes, como buscando una excusa para descargar bronca de tanta bazofia política.
 Salí corriendo del café y arriesgándome a que algún mozo me parara en seco,  me abrazo con este amigo  del alma, que sin lugar a dudas, sé que moriremos a un tiempo, como decía un tal Juárez en “Mi Bandoneón y Yo”.
¿Cómo estás Marco? ¿y vos Nacho?  Y así caminando lentamente, llegamos a la mesa donde me esperaba un café frío.
Hay momentos en la vida en que uno ve que está perdiendo sustentación  y empieza a caer –le dije-y aunque uno no  mire el altímetro y se obstine en seguir, siempre aparece alguna institución al servicio de la comunidad, poniéndole límite a nuestras ambiciones de continuar viviendo como un joven competitivo.
A ver, dame un ejemplo Nacho-dijo mi amigo-mientras ponía azúcar a su café  y revolvía más de la cuenta.
Me refiero a muchos casos que le está pasando a gente de nuestra generación y de tantas otras.
Por ejemplo, si vas a pedir un crédito, no te lo otorgan, al tiempo que te muestran las cifras de la estadística de mortandad; ni hablar si vas a renovar la licencia de conducir, te revisan con obstinación.
Marco me interrumpe diciéndome: los años pasan, sabemos que hay que darle para adelante y usando tu lenguaje aeronáutico, el asunto es  mantener la velocidad todo lo que se pueda y “no entrar en pérdida” como le pasa a cualquier avión.
 Interrumpiéndolo le dije: explicate mejor Marco.
Él poniéndome la mano sobre el hombro me dijo:    mira, la explicación es muy técnica, pero voy a tratar de decirte lo que pienso:
Son las alas las que sostienen a un avión.
El ala tiene que enfrentar al viento para lograr la sustentación,  pero no basta con que ésta lo corte ofreciendo la mínima resistencia,  sino que el ala debe colocarse en un ángulo tal que presente  alguna oposición al viento.
Esto los pilotos lo saben y  para logar la máxima sustentación, sobre todo cuando se disponen a aterrizar a muy baja velocidad,  colocan la posición de las alas lo más opositoras posible, aunque claro, también saben,  que si esta oposición aumenta más allá de cierto valor, bruscamente y sin aviso, se pierde la  sustentación y el avión se descuelga como si le hubieran cortado los hilos a una marioneta.
Hay que saber hasta dónde oponerse al viento
Escúchame Marco: ¿y a que viene tanta tecnología?
En la vida hay que oponerse a las circunstancias desfavorables, sobre todo a las naturales causadas por la acción del tiempo,  pero cuidado; cuando la oposición va más allá de lo que permite la naturaleza, corremos el riesgo de caer bruscamente y sin remedio  y en estos casos  no siempre funciona el sentido común.
 Ningún piloto novel, sale de una pérdida usando la intuición; para salir de ésta, los profesionales practican una y mil veces, aunque lo recomendable es evitarla y estar siempre atento a las alarmas de navegación.
¿Quieres decir que tengo que hacer un curso? , dije yo,  estupefacto, acompañando mi pregunta con las manos.
No, todo lo que tienes que saber, ya lo sabes;  el asunto es donde buscar el manual. Por ejemplo no uses lo que te ordene la intuición o el corazón, en estos casos ambos pueden equivocarse y  es posible que entres en barrena.
A mi entender, un buen lugar para buscar lo aprendido sería en tus vísceras; en tu estómago. ¿Acaso olvidaste donde guardabas las mariposas?
Santiago, noviembre 2012
 Nota
Los lectores de “De la mano con Santiago” saben que Nacho, Marco y el autor son la misma persona

sábado, 10 de noviembre de 2012

LA FRAGATA LIBERTAD



                                  En todo el mundo hay noticias de actualidad. Pero hay estados que generan más  información que otros. Yo que tuve la oportunidad de vivir un pequeño periodo en Suiza, descubrí que es un país que tiene que inventar las noticias para llenar los periódicos y los noticieros. En verdad, en este sentido, es un lugar un poco aburrido.
A nosotros los argentinos nos sobran las novedades, como tantas otras cosas que solo puede abundar en una república que es alegre y quizás la más divertida de Sudamérica.
El tema de la detención forzosa de la Fragata Libertad, se presenta como un acontecimiento más entre tantos que nos aquejan y sin hacer juicios de valor respecto de una gran diversidad, como la inseguridad, la inflación, las jubilaciones, la corrupción y mucho más; es una noticia que aflige a los unos y a los otros, es decir a todos.
Este tópico es particularmente importante, porque pinta mal a los argentinos  y lo que es peor, muestra como los políticos de turno con sádica malicia nos confunden y tratan de corromper nuestra cultura, nuestras ideas,  comprometiendo seriamente nuestro futuro.
Nos hablan de “fondos buitres” para inocular en la mente de los desorientados y sobre todo a los jóvenes de 16 años en vías de votar que estamos siendo atacados por los malos.
Aunque se use indiscriminadamente la palabra “memoria”, pido perdón porque sea yo mismo la que la utilice una y otra vez, porque la memoria debe ser para todo y para todos y “todas”.
Por ejemplo, todos recordaremos ese día aciago de diciembre del 2001, cuando el Presidente de los argentinos declaraba la cesación de pagos de la Argentina y era aclamado por nuestros representantes (y “representantas”)  del Parlamento. Esto no debe ser olvidado ni tampoco ignorado por los chicos de 16 que van a votar, porque los grandes esto lo hemos vivido y si lo olvidamos merecemos el infierno.
A ciertos argentinos no les gusta pagar las deudas y si la pagan, la pagan como quieren y cuando quieren y creen que esa bravuconada no tiene consecuencia alguna, sino más bien,  cuenta con el beneplácito de los populistas, los aplaudidores “del modelo de turno”, los que proponen una “economía sustentable, progresista y popular”.
Tanto les da a ellos resultados positivos, que la siguen usando cuanta vez pueden. Hoy por hoy, los bonos emitidos en dólares entre nosotros mismos, los argentinos, no son pagados en esta moneda, sino en pesos al valor que fija el deudor y ni hablar de las deudas con los jubilados. El deudor, con pretenciosa arrogancia, se convierte en “soberano de facto” (no dije gobierno de facto!). No confundir este soberano con el otro, que inevitablemente sufrirá las consecuencias y que tarde o temprano pagará cara nuestra compadreada “made in Argentina”.
Debemos darnos cuenta, que si no hacemos los deberes bien, como se hace en muchos lugares del mundo, donde la formalidad, el respeto a las leyes,  el trabajo y el ahorro es la fuente del progreso, terminaremos perdiéndolo todo, porque los malos administradores, cuando además son malos pagadores, terminan por rifar la dignidad de todo un pueblo, no la propia, porque ellos se han cuidado de enriquecerse, en general de manera escandalosa.
Ahora, cuando tu esposo o tu esposa trae dinero a casa, antes de hacer una fiesta, pregúntale dos cosas: primero como la ganó y segundo, si es que la pidió prestada, como la va a pagar.
Solo después que te satisfagan estas dos respuestas tendrás derecho a seguir viviendo en paz.
noviembre de 2012, Santiago